La diva eterna de Hollywood, una de las mujeres más sensuales y seductoras que se ha paseado por la historia de la fama.
La feminidad inigualable de Marilyn Monroe marcó una época y perdurará durante los tiempos venideros, de eso no cabe ninguna duda.
Hay quienes dicen que está sobrevalorada, y es que la muerte mitifica a las estrellas. Bueno, podemos pensar que es así, pero también es grande Elisabeth Taylor y ahí está. Por mi parte, Marilyn Monroe no está sobrevalorada para nada, y es más, estoy segura que aún hoy en día la gente guarda la típica imagen de la actriz como "la rubia tonta del cine que le dedicó un Happy Birthday al presidente". Eso, sinceramente, me parece estar muy infravalorada.
Y es que sólo ella fue capaz de combinar esa sensualidad y esa belleza tan llamativas con una vulnerabilidad pasmosa, vulnerabilidad que compartían sus personajes con la mujer que vivía fuera de pantalla. En cierta manera, parte de sus papeles guardaban un pequeño reflejo de la actriz, esa chispa que la hacía única, esas miradas llenas de juventud e inocencia, pero también de vacío. Debía ser todo el tiempo la chica dulce y explosiva de Hollywood, guardándose para ella el peso que le provocaba la imagen que se proyectaba de ella. Detrás de la fachada de Marilyn Monroe, se escondía una muy natural Norma Jeane Morteson, la chica que nadie conocía.
Las faltas emocionales en su infancia, así como las numerosas convivencias entre familias adoptivas y orfanatos, influyeron de una manera muy importante en la vida de la actriz. Cabe destacar que, a una temprana edad, su padre, Martin Edward Morteson, abandonó a su madre, Gladys Baker, y años más tarde esta última fue ingresada en un centro a causa de la esquizofrenia paranoide que sufría. A raíz de ésto, Marilyn pareció desarrollar, ya durante sus años de fama, un miedo obsesivo a haber heredado la enfermedad de su madre, dependiendo muchas veces de barbitúricos y abusando del alcohol.
Se establece entonces un dualismo muy marcado entre el personaje y la persona. Ella misma lo dijo: "En Hollywood te pagan mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma".
De pronto, nos encontramos a una mujer muy consciente de lo que la fama suponía para ella, y era ser permanentemente la perfecta modelo de calendario y renunciar a ser conocida por quien realmente era. Tenemos a una Norma que se ve obligada a ocultar sus inquietudes e inseguridades, hecho que se suma al peso que aguantaba sobre sus hombros y que la hundía todavía más.
Marilyn Monroe no era tonta ni ingenua; era el papel que los directores explotaban, porque así había funcionado en sus primeras apariciones en películas, y así seguiría funcionando muchos años más.
Marilyn Monroe dejó infinidad de imágenes y frases para el recuerdo. Quizás todo el mundo tenga en la cabeza la famosa escena de La tentación vive arriba, en la que la falda de la actriz era levantada por el aire de la rejilla del metro de Nueva York, o su cara en primer plano mostrando todo su glamour, estampada en innumerables láminas, pósters, camisetas... Sus labios de un color carmín intenso y su pelo platino siguen causando sensación, y seguirá así durante el resto de los tiempos.
La actriz ha tenido infinidad de imitadoras a lo largo de los años, como es el caso de Madonna, Scarlett Johansson, Lindsay Lohan y muchas más. Sin duda, el estilismo de la rubia más famosa del cine es un referente muy recurrente para las estrellas de hoy en día.
En fin, ¿qué más puedo decir de ella, si no es que encarna la belleza y la naturalidad de una época de oro?
Soy una amante incondicional de Marilyn Monroe (supongo que se nota, quizás demasiado, pero no lo puedo evitar), y habrá muchísimas más entradas sobre ella.
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